Reyes de Dinamarca. A casi dos años de su crisis matrimonial, convirtieron su última gira oficial en un crucero romántico
Las tormentas parecen haber quedado definitivamente atrás. Federico (57) y Mary (53) de Dinamarca lucen más felices, sonríen, intercambian miradas cómplices y se divierten juntos, incluso en me...
Las tormentas parecen haber quedado definitivamente atrás. Federico (57) y Mary (53) de Dinamarca lucen más felices, sonríen, intercambian miradas cómplices y se divierten juntos, incluso en medio de una gira oficial. El matrimonio real, que estuvo en jaque cuando en octubre de 2023 se difundieron fotos del monarca en Madrid junto a otra mujer, Genoveva Casanova, encontró la calma casi dos años más tarde.
El 25 de agosto, los Reyes se embarcaron en el yacht real Dannebrog –una nave de acero construida en 1932 que cumplió funciones de hospital durante la Segunda Guerra Mundial y que hoy es una residencia flotante de la corona danesa– para realizar la tradicional gira de verano de cuatro días por distintas localidades de su país.
El primer destino del viaje fue el puerto Sæby, en Frederikshavn, desde donde se trasladaron en lancha hasta la iglesia local, donde el pueblo les dio la bienvenida. También visitaron un emblemático taller de soplado de cristal de esa ciudad ubicada en la península de Jutlandia, en el norte de Dinamarca, y recorrieron su pintoresco casco antiguo antes de hacer una excursión a Råbjerg Mile, el mayor desierto de dunas móviles de Europa. Para ese circuito que los Reyes hicieron a pie, Mary cambió el elegante conjunto con el que había arribado –blusa de cuello Mao con alforzas, pollera midi azul marino y una chaqueta de tweed de algodón celeste que le prestó su hija, la princesa Josefina (14), y que ella acompañó con un broche dorado en forma de ancla– por otro mucho más informal de camisa blanca y bermuda camel de lino, suéter de hilo y zapatillas deportivas. Juntos treparon por la arena –en Råbjerg Mile hay dunas tan elevadas que las laderas llegan a medir hasta mil metros–, corrieron descalzos, pasearon por la orilla del mar abrazados y Federico le tomó fotos a la Reina como lo haría cualquier pareja enamorada en un paisaje tan fascinante como ese.
La agenda del viaje también incluía visitas a la ciudad portuaria de Thisted y las islas Læsø y Samsø, a las que arribaron con el imponente yacht real. En cada parada, la clave de los encuentros era el respeto por la naturaleza única de la costa del mar del Norte, el interés por el arte y la economía locales y la espontaneidad de los Reyes en el encuentro con esas comunidades, que los saludaron con afecto, como cuando en la isla de Samsø visitaron las ferias artesanales y recorrieron las calles en una antigua carroza.
“Nuestro país tiene mucho que ofrecer, y los últimos cuatro días han sido acerca de algunas de las cosas que nos abrazan y nos unen. No podríamos haber deseado un mejor final para el verano”, dijo la pareja real al concluir la gira en la medieval iglesia de Tranebjerg, reconocida por tener la torre de un templo rural más alta de Dinamarca, y antes de que Federico y Mary volvieran a embarcar en el Dannebrog, de regreso a Copenhague.