Se destapó la carne: la tira de asado ya subió 48% desde septiembre y continúa la presión sobre los precios
En las últimas tres semanas, según reconocieron actores vinculados con la comercialización, la carne vacuna aumentó entre el 12% y el 13%. En tanto, según registros de la Cámara Argentina de ...
En las últimas tres semanas, según reconocieron actores vinculados con la comercialización, la carne vacuna aumentó entre el 12% y el 13%. En tanto, según registros de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (Camya), desde septiembre último varios cortes ya acumularon alzas de entre el 30% y el 55%. La tira de asado subió 48%, el asado americano 55%, el matambre 41,7% y el vacío 22,8%. En un escenario donde los primeros incrementos fueron rápidamente convalidados por el consumidor, la presión sobre los precios se explica por un combo que incluye menos hacienda disponible y mucho ganado liviano que vuelve a los feedlots para sumar kilos con destino a la exportación. Las ventas, pese a las subas, no bajaron.
Ese impacto se reflejó directamente en los valores que encuentran las familias en la carnicería. En la zona oeste del conurbano, según Camya, la tira de asado trepó de $10.000 a $14.800 el kilo y el matambre de $10.800 a $15.300. El vacío, que estaba en $14.250, hoy ronda los $17.500, mientras que cortes más caros como el ojo de bife avanzaron de $17.500 a $19.500 (+11,4%). La picaña saltó de $14.900 a $19.900 (+33,6%).
Más allá del encarecimiento en el mostrador, en el sector señalaron que el punto clave para entender la suba es cómo quedó estructurada la oferta. La cantidad de animales se redujo y parte de la hacienda que antes se destinaba al mercado interno ahora se orienta a completar su engorde para exportación. En este contexto, Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), afirmó que “en los últimos 20 días o un mes, la carne aumentó alrededor del 12 al 13%, y fue trasladado al mostrador”.
Pese a ese ajuste, las ventas no cayeron: “Los primeros 15 días de este mes se vendió lo mismo que el mes pasado con precios anteriores”, señaló. Esto indicó que el consumidor convalidó la suba.
Para el dirigente, el principal problema está en la oferta de animales. La combinación de sequía, primero, y las inundaciones, después, dejó 700.000 cabezas menos en el rodeo, pero el impacto más fuerte viene por la caída en la generación de terneros: faltan casi 500.000, justo la categoría que abastece al consumo interno. Esos terneros son los que normalmente entran a los feedlots y se convierten en novillitos livianos, el corte más típico para carnicerías. Cuando ese eslabón se achica, la oferta cae y los precios suben. “Son los que están faltando en el mercado de consumo”, resumió.
De cara a las próximas semanas, Schiariti anticipó que podría haber nuevas subas en los precios. Según explicó, la demanda típica de las Fiestas y la falta de una recomposición real de la oferta podrían generar un ajuste adicional. “Seguramente, cuando lleguen las Fiestas, haya aumento de la demanda y no va a haber un gran aumento de la oferta, así que probablemente se registro otro piquito de aumento de entre el 5 y el 8%“, estimó el titular de Ciccra.
Schiariti remarcó que la demanda interna no mostró una caída significativa. “A pesar de lo que se dice, la demanda se mantuvo constante durante prácticamente todo el año”, indicó. Más que una reducción del consumo total, lo que se observa es un reacomodamiento entre proteínas por la brecha de precios. “Con el valor promedio de un kilo de carne vacuna comprás más de 3 kilos de pollo y 2 kilos y medio de cerdo”, explicó. Por eso consideró que los argentinos no están consumiendo menos carne, sino redistribuyéndola: “Hoy consumimos lo mismo de pollo que de carne vacuna y 23 kilos de cerdo”.
En paralelo, la exportación volvió a competir fuerte por hacienda. Varios operadores empezaron a comprar animales livianos para engordarlos. “Hay exportadores que compran novillito o vaquillona para meterlos en el corral y ponerle 100 kilos más”, contó Schiariti.
La diferencia de precios entre categorías, aseguró, terminó de reforzar esa tendencia. Un animal para el consumo local se paga hoy entre $3800 y $3900 por kilo, mientras que uno terminado para exportar supera los $4300–4400.
Schiariti también recordó que el peso de faena argentino es bajo y que, si se lograra subir de manera estable, el país podría producir más carne con el mismo rodeo. Un aumento de unos 100 kilos por animal permitiría sumar hasta 600.000 toneladas adicionales por año de carne. Sin embargo, ese engorde extra implica más días de engorde a corral y un costo financiero elevado, un obstáculo que hoy limita que la práctica se masifique.
Sergio Pedace, vicepresidente de Camya, coincidió con Schiariti y planteó que la escasez ya es visible. “La realidad es que falta ganado en la Argentina. Los exportadores no tienen novillo y están agarrando los novillitos gordos para recriarlos”, afirmó. Ese desvío hacia la recría prolonga los tiempos de terminación y limita la disponibilidad de hacienda lista para faena.
Pedace también detalló que los productores están reteniendo más animales. “Al productor le conviene criar más el novillo pesado que un ternero. La vaca la empezó a tratar de engordar para venderla como gorda y no como flaca”, dijo. A eso se suman factores climáticos: primero la sequía redujo el stock y ahora las inundaciones complican la disponibilidad.