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¿Se llevarán bien las elefantas? Cómo será el esperado encuentro entre la impetuosa Kenya y la mansa Pupy

Y como siempre, los elefantes nos dan sorpresas. A partir de que se bajó ayer la caja de Kenya del camión, en el Global Sanctuary for Elephants, en el Mato Grosso brasileño, todo sucedió vertig...

¿Se llevarán bien las elefantas? Cómo será el esperado encuentro entre la impetuosa Kenya y la mansa Pupy

Y como siempre, los elefantes nos dan sorpresas. A partir de que se bajó ayer la caja de Kenya del camión, en el Global Sanctuary for Elephants, en el Mato Grosso brasileño, todo sucedió vertig...

Y como siempre, los elefantes nos dan sorpresas. A partir de que se bajó ayer la caja de Kenya del camión, en el Global Sanctuary for Elephants, en el Mato Grosso brasileño, todo sucedió vertiginosamente. Apenas se abrió la puerta, luego de cinco días de viaje y unos 4000 km, la última elefanta que quedaba en la Argentina salió como si hubiera conocido el espacio desde siempre.

Y desde el primer momento, para alivio de todos, Kenya jugó, se mojó, comió y se acostó encima de las montañas de tierra roja preparadas para ella. Sí, como un niño al que se le presenta una bolsa con juguetes por primera vez. Levantaba una pata de atrás mientras se zambullía en la montaña de tierra ante la mirada asombrada de todo el equipo que la acompañó desde Mendoza, su lugar de partida, el grupo de la Fundación Franz Weber y el personal del santuario.

Kenya recorre el santuario

Hoy a la mañana, luego de pasar la noche tranquila y vocalizando cada tanto —según quienes la conocen bien, de felicidad— le fue abierto un espacio desde el corral hacia un primer potrero con charcas y árboles. Así fue su primer día en libertad. Toda la libertad que puede tener un elefante que estuvo durante 40 años en un recinto. Pero Kenya no se hizo esperar: apenas le abrieron el espacio, salió ansiosa y curiosa a explorar. 

Kenya recorre, come forraje y frutas, se moja, se tira tierra, no pierde oportunidad de nada. Cada tanto, eso sí, vuelve al corral, el lugar donde todavía se siente segura. “Kenya se está bañando en la charca gigante, recorriendo todo, mucho mas rápido que lo que vimos con Pupy, deseosa de conocer tanta paz, tanto verde, el clima, la diversidad de olores, texturas, barro”, dice Tomás Sciolla, de la Fundación Franz Weber.

Mientras Scott Blaise, fundador del Santuario, agrega: “Estamos pensando en el día de hoy de darle la posibilidad de que estén una al lado de la otra con Pupy. No en el mismo espacio, pero separadas por la valla de contención. Las áreas se irán abriendo a medida que las veamos cómodas a ellas. Estamos muy muy contentos. Estas son las expectativas para lo que queda del día en el santuario”.

La historia de Kenya

Kenya, la última elefanta en cautiverio del país, llegó a la Argentina en 1984 desde un zoológico alemán. Tenía solo cuatro años. Probablemente su madre murió intentando defenderla para que no la separaran de su lado. Así capturaban a los elefantes (todavía sucede) que se vendían a los circos y a los zoológicos. Casi siempre de pequeños.

Kenya vivió sola en un recinto del exzoológico de Mendoza durante 40 años. El proceso de preparación de Kenya empezó hace siete años. El objetivo fue siempre el mismo: sacar a todos los elefantes cautivos de la Argentina y llevarlos al santuario en Brasil, creado en 2012.

Durante todos estos años, la fundación suiza Franz Weber fue la encargada de articular todas esas voluntades y el trabajo. En 2017, la Argentina comenzó un camino que inició con Pelusa, la elefanta del zoológico de La Plata, y que culmina con la salida de Kenya. En el camino, quedaron Pelusa (que murió antes de poder ser trasladada), Sharima, Kuky, Merry, y Tamy, además de todos los que murieron anteriormente. Solo para dimensionarlo, en el recinto del actual Ecoparque de Buenos Aires, vivieron y murieron 14 elefantes.

Los elefantes necesitan caminar al menos 10 kilómetros por día para mantener cuerpo y mente sanos. Al estar encerrados y no poder hacerlo, se les infectan las patas. Más de la mitad de los animales en cautiverio mueren por esa razón.

Ecosistema similar al africano

En el Mato Grosso Kenya vive ahora en una selva similar a la de la cual se la sacó cuando tenía solo cuatro años. Allí está con otros elefantes rescatados de circos y zoológicos de otros países de América del Sur. Entre ellas Mara, Guillermina y Pupy.

“Pelusa, Mara, Merry, Pocha, Guillermina, Pupy, Kuky, Tamy y Kenya —había dicho a LA NACION Tom Sciola, el representante de la Fundación Franz Weber en la Argentina—. Cada uno de estos nombres representa una historia, un proceso único y una deuda histórica que quisimos reparar".

“Todo empezó con Pelusa. Para ella fue demasiado tarde. Mara fue la primera en viajar. Hoy termina con Kenya. Pero es importante recordar que cada elefanta que pisa el santuario en libertad representa muchos años de trabajo incansable, estrategias legales, coordinación técnica y una entrega total al bienestar animal de muchas personas. Nada fue improvisado: detrás hubo entrenamientos específicos para que los elefantes colaboraran en su propio traslado, planificación veterinaria, nutricional y comportamental, la obtención de permisos internacionales y diálogos diplomáticos entre países para avanzar en estas gestiones titánicas”.

“Hoy, gracias a un esfuerzo impulsado y liderado por la fundación Franz Weber, la Argentina ya no tiene elefantes en cautiverio. Espero que este ejemplo inspire a otros países a tomar la misma decisión, basada en la ética y la evidencia científica, de llevar a sus elefantes a santuarios, donde puedan vivir con la dignidad que requieren, capaces de experimentar emociones tan complejas como las que sentimos los seres humanos”, agregó.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/se-llevaran-bien-las-elefantas-como-sera-el-esperado-encuentro-entre-la-impetuosa-kenya-y-la-mansa-nid10072025/

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