“Seis meses para diez minutos”: el detrás de escena de las charlas TEDxRíodelaPlata
La sala en penumbra, el foco clavado sobre el círculo rojo, el micrófono prendido en la solapa del traje, la pantalla a sus espaldas y el auditorio en silencio. Sin atril ni papeles, con pausas e...
La sala en penumbra, el foco clavado sobre el círculo rojo, el micrófono prendido en la solapa del traje, la pantalla a sus espaldas y el auditorio en silencio. Sin atril ni papeles, con pausas exactas y un relato que avanza con precisión. Así son las charlas TED: la protagonista es la historia que relata el orador, que se preparó seis meses para hablar durante diez minutos.
TED es una organización global sin fines de lucro dedicada a difundir ideas en charlas breves y cuidadosamente preparadas. TEDx es su programa de encuentros organizados de manera independiente, bajo licencia, que replica ese estándar en distintas ciudades del mundo. En Buenos Aires, ese formato tomó cuerpo en TEDxRíodelaPlata, que este año celebra su 15º aniversario con un gran festival de ideas.
Entrevista con Hache MerpertEl domingo 9 de noviembre, en el Centro de Convenciones de Buenos Aires (CEC, en Figueroa Alcorta 2099), TEDxRíodelaPlata presentará una edición dedicada al tiempo. LA NACION será media partner del encuentro y acompañará la cobertura durante toda la jornada.
“Nos propusimos volver a pensar el tiempo porque es lo que nos atraviesa constantemente”, dice Hache Merpert, director ejecutivo de TEDxRíodelaPlata. En diálogo con este medio, Merpert recuerda que el primer evento del ciclo tuvo ese eje y que, quince años después, el tema vuelve distinto: acelerado por la conectividad, trastocado por las redes, la globalización y el ritmo de vida. “Buscamos la conjunción entre lo que le pasa al mundo y lo que nos pasa como equipo. Ahí sucede la magia, y así decidimos los ejes temáticos de las charlas”, afirma.
TEDxRíodelaPlata fue pionero en generar esas conferencias en habla hispana. Convirtió a Buenos Aires en un polo regional para ver, escuchar y debatir ideas que, de otro modo, no cruzarían la puerta de un aula ni la agenda pública. “No buscamos solo lo obvio. Queremos conversaciones que no están sucediendo en otros lados. A la vez, traemos oradores que, en muchos casos, no son conocidos públicamente, por lo que la gran mayoría de nosotros no tendría acceso al conocimiento que tienen”, subraya Merpert.
El festival 2025 se articula en cuatro segmentos con curadurías específicas que abarcarán ciencia, creatividad, música y conversación. Merpert explica que cada segmento tiene una dupla de curadores con miradas complementarias, incluso suman invitados que no forman parte del núcleo duro del equipo: “Esa decisión rompe la comodidad del consenso y nos empuja a traer temas inesperados. Cuando un equipo diverso elige, aparecen voces que no hubiéramos aprobado por unanimidad y, sin embargo, son las que abren el juego”.
Por eso, la curaduría no comienza con nombres, sino con preguntas. El equipo convoca nominadores –oradores de otras ediciones y referentes de múltiples campos– y arma una primera pecera de posibilidades. También hay postulaciones abiertas. “Una clave es elegir protagonistas de lo que cuentan. Trabajamos con hacedores”, define. Por eso, en la misma jornada pueden convivir un matemático que explica por qué las matemáticas “son para siempre”, una directora de orquesta que traduce el tiempo en música, un científico que abre una frontera de conocimiento o un periodista que fue corresponsal de guerra.
Charla breve, trabajo largoDetrás de una charla breve hay un trabajo largo. “Si quiero dar una charla de cinco minutos necesito seis meses para prepararme; pero si quiero dar una charla de una hora, estoy listo ya”, señala Merpert. La frase engloba la ética del formato: el tiempo de preparación es el que condensa, pule y vuelve memorable una idea. Cada orador atraviesa un proceso de entre cinco y seis meses con un coach del equipo, en una secuencia de encuentros que sirven para encontrar la historia, construir un guion y ensayar.
Merpert propone una metáfora, que tomó del empresario Santiago Bilinkis, para ubicar el tono justo: la carpita. De un lado está lo universal; del otro, lo estrictamente personal. “La charla vive en el filo. Si te vas al lado general, se vuelve una clase; si te vas al lado íntimo, se vuelve autorreferencial. En el medio aparece la idea que cualquiera puede adoptar para mirar el mundo con lentes nuevos”, apunta.
No existen fórmulas, solo principios: abrir con algo que atrape (una imagen, un dato, una pregunta); cerrar con un final resonante y construir un mensaje capaz de emocionar, porque la emoción es lo que convierte una idea en un recuerdo.
Un tema que vuelve con nuevas preguntasEl aniversario redondea una conversación que excede a TEDxRíodelaPlata. El tiempo se volvió asunto íntimo y colectivo: productividad, atención, memoria y clima emocional. “La conectividad nos cambió la noción de la duración; la escala geológica nos recuerda que somos recién llegados a este planeta. Hablar de tiempo es hablar de perspectiva”, dice Merpert.
El CEC se convertirá por un día en un campus de ideas: salas temáticas adentro, un festival afuera, música, instalaciones y espacios para conversar sin micrófono. “En YouTube elegís la charla que te interesa; en el festival vas a ver una charla que no sabías que necesitabas”, resume.
Merpert viene de la innovación educativa y llevó esa sensibilidad al formato. En 2015 impulsó Club TED-Ed, un programa para que estudiantes aprendan a armar una charla y no solo a consumirla. “Muchos docentes usaban videos en clase; nosotros pensamos en usar el proceso como herramienta pedagógica”, cuenta. El resultado más valioso no siempre está en el escenario. “Los oradores nos decían que los más transformados eran ellos mismos. Y eso es por el trabajo de encontrar la idea, darle forma y ensayarla hace que redescubran por qué hacen lo que hacen”, suma Merpert.
Por eso, mantiene cierta distancia de la inteligencia artificial, aunque es pragmático: la IA sirve para iterar, para pensar distinto, para acelerar borradores, pero se pierde parte de la experiencia creativa. “Es útil si no te quedás solo ahí. La IA no te dice cómo se siente; un coach sí. Comprender para un humano también es sentirse cómodo en una realidad. La experiencia humana no es un accesorio; es el corazón del formato”, dice.
Un “long shot” soñadoA la hora de fantasear con invitados, Merpert no duda: le gustaría tener cinco o seis meses de conversación con Messi. El deporte comparte con TEDx la lógica de que el partido dura 90 minutos, pero hay una vida entera de preparación detrás. Entre las charlas que más lo transformaron menciona “Preguntas para pensar”, de la fallecida Melina Furman. “Mostró cómo enseñar a hacer preguntas que de verdad te hacen pensar. Tuvo un impacto enorme en la educación”, detalló. La otra es la de Daniel Molina (Rayo Virtual), que explora la identidad como motor de lucha y también como posible cárcel. “Esa idea me ayudó a repensarme y a conversar mejor con quienes piensan distinto”, señala Merpert.