“Si te rompés laburando, llegás a donde querés”. Sintió que en Europa no podía progresar y encontró su lugar en Estados Unidos
“¿Para esto te viniste acá?", lo increpó a Diego su hermana, Mónica. La mujer apenas podía moverse en el sucucho que él compartía con un colombiano, quien por fortuna trabajaba de noche y ...
“¿Para esto te viniste acá?", lo increpó a Diego su hermana, Mónica. La mujer apenas podía moverse en el sucucho que él compartía con un colombiano, quien por fortuna trabajaba de noche y veía poco y nada.
Diego vivía allí desde hacía un tiempo, sin los papeles en regla, pero dispuesto a encontrar su lugar en el mundo. A su hermana, que había llegado de vacaciones, le costaba comprender por qué estaba dispuesto a sacrificar tanto, tan lejos de los suyos.
Lo cierto era que Diego no sabía lo que el futuro le deparaba, pero aun así la miró a los ojos y le replicó que ahí él era feliz: “Creo que mi familia estaba tan ansiosa como yo en buscar mi lugar en el mundo”, reflexiona hoy, mientras cuenta su historia.
Asumir una identidad auténtica y salir a buscar el lugar en el mundo: “En ese momento los argentinos entraban a Estados Unidos sin visa...”Todo comenzó a principios del nuevo milenio, cuando decidió irse de vacaciones y cubrir los tramos Punta Cana-Miami-Orlando. Diego acababa de abrirle la puerta a una nueva etapa de su vida: vivir de manera honesta con los demás, pero ante todo con él mismo. Estaba en el profundo proceso de comprender que le iba resultar complejo ser feliz si no podía ser él mismo. Y ser él mismo, equivalió a salir del closet: “Me costaba todavía entender lo que pasaba con mi vida”, asegura.
En el viaje de tres paradas, hubo un destino que hizo estallar sus planetas: Miami. Jamás olvidará el día en que, mientras caminaba por la Collins Ave, vio a dos chicos de la mano. Corría el año 2000 y para Diego, un joven de 24, era algo nunca visto. Con aquel impacto, regresó a la Argentina convencido de que quería vivir allí, sin razonar que en realidad no podía: “En ese momento los argentinos entraban a Estados Unidos sin visa, por eso me fue fácil mudarme a Miami, para encontrarme luego con la realidad de que no podía trabajar o quedarme más de tres meses”.
Sin embargo, Diego no tardó en conocer personas en situaciones similares, en especial un mexicano, que lo ayudó a entender cómo sobrevivir. Decidió estudiar inglés todos los días durante cinco horas diarias en una escuela judía que impartía las clases sin cargo; a la par, ingresó a trabajar en la cocina de un restaurante mexicano.
Los días transcurrieron amenos, Diego no extrañaba más que la comida argentina, un hueco que llenaba en el restaurante de Jorge Porcel, ubicado muy cerca de su vivienda. El buen pasar, sin embargo, se esfumó el 11 de septiembre de 2001. Tras los atentados, la tensión creció en el joven argentino, quien comprendió que no podía quedarse en Estados Unidos en su situación y pretender una verdadera paz interior.
Abrir una puerta, enamorarse de Londres y una década en el Viejo Mundo: “Encontrar ese lugar que me haga feliz”Con lo poco que tenía, Diego dejó su sueño americano para volar a Italia. Se instaló en Nicotera (Calabria), el pueblo de 6 mil personas donde había nacido su padre.
A partir de entonces, le dio incio a una nueva aventura. Conoció a cinco argentinos con los que se unió para dar pelea y conquistar la ciudadanía. La residencia la obtuvo en dos meses, consiguió un empleo como camarero en un hotel de playa y a los seis meses le dieron la ciudadanía.
Una nueva etapa se abrió ante él. ¿Dónde estaba su lugar en el mundo? Ahora había más puertas para abrir y, junto a sus amigos, Diego decidió que Barcelona parecía ser la abertura más tentadora. Antes, sin embargo, quería conocer Londres, una ciudad que hacía tiempo anhelaba visitar.
“Me fui dos semanas de vacaciones. Al tercer día estaba en un restaurante italiano y empecé a hablar con el dueño”, cuenta Diego. “Era de un pueblito cerca del de mi papá y me ofrece trabajo y vivienda: una pieza chiquita arriba del restaurante”.
Dos simples semanas de vacaciones se transformaron en dos años inolvidables, hasta que el mal clima y las lluvias constantes empujaron a Diego, finalmente, a llegar un “poquitito” más tarde a Barcelona, donde arribó con apenas lo suficiente para un mes de alquiler.
Por fortuna, a los dos días halló empleo en un restaurante. Los seis años que siguieron en España fueron de grandes aprendizajes, que incluyeron un interludio en Australia por seis meses en el marco de un intercambio estudiantil. Como estudiante, Diego comenzó a encontrar nuevas puertas para abrir, y si bien atravesaba situaciones de añoranza hacia Argentina, estaba decidido a seguir: “Sabía que tenía que encontrar ese lugar que me haga feliz”.
Un sueño que nunca se esfumó: conquistar Estados Unidos y un deseo mayorTras seis años en Barcelona, Diego sentía que Europa le daba muchas oportunidades, pero que allí era difícil progresar. Llegaba bien a fin de mes, no tenía preocupaciones, y para sumar al confort, España le recordaba a la cultura argentina: podía caminar por Madrid y sentir que estaba en Buenos Aires.
Miami había quedado lejos, los años habían pasado, y aun así, Diego tenía su mirada puesta en Estados Unidos. Quería regresar, y con el deseo como motor, halló el camino: “En el 2013 conseguí una visa de estudiante. Me vine a vivir a California y a estudiar mi carrera de Negocios Administrativos. Terminé la carrera ya siendo residente y luego de algunos años obtuve la ciudadanía estadounidense”, revela.
No era Miami, pero se sintió tan bien como aquella primera vez. Diego se instaló en Palm Springs, California, una ciudad pequeña pero que pronto le dio todo lo que necesitaba.
Y a la par del estudio, ascendió en el ámbito corporativo, hasta conquistar el puesto de gerente de una empresa de nóminas de sueldo que le dio la libertad de trabajar desde su computadora y, junto a su pareja, viajar por el mundo.
Argentina querida y aprendizajes de un sueño cumplido: “Eso es lo que te da Estados Unidos: si te rompés laburando llegás a donde querés”La revolución identitaria y el cuarto de cuatro por cuatro quedaron lejos en el tiempo. Hoy a Diego ya no le cuesta entender qué pasa con su vida, él sabe que vivir de manera auténtica es el único camino para habitar en su lugar en el mundo, sin importar el destino, y abrazar su identidad. Tras años de travesía, hoy sigue de viaje por puro placer, pero con un puerto amado en Estados Unidos, ese lugar que lo encandiló en el año 2000 y al que le costó más de una década conquistar.
Conocer el planeta es su pasión, explorar culturas y rincones populares y remotos. En el camino quedó impactado con lugares como Hang Son Doong cave en Vietnam, aunque Londres sigue liderando como su destino favorito, por su arquitectura, su gente, sus calles, que puede recorrer por horas. Trata de viajar por diversos países de tres a cuatro veces por año, una cifra que siempre incluye su propio suelo, Argentina, donde visita a su familia y amigos.
“Antes de ayer, el 9 de junio, cumplí 50 y Egipto va a ser el país número cincuenta que voy a conocer. Vuelvo a Argentina todos los años. Es muy importante para mí tenerlos cerca. Una cosa que me pasó con Buenos Aires fue que nunca entendí lo linda que era hasta que me fui. Cada vez que vuelvo conozco algo más de esta hermosa ciudad. Siempre les digo a mis amigos que si van miren para arriba, las cúpulas: son hermosas”, asegura.
“Mi mamá tiene Alzheimer, ya no me reconoce, pero se acuerda de todas las canciones de Pimpinela”, sonríe. “Si yo no estuviera en Estados Unidos, sería muy difícil sustentar los gastos para llevar adelante la situación de mamá”, agrega pensativo.
“Mi camino me abrió las puertas a hacer lo que más amo. Viajar te abre la cabeza a nuevas experiencias, culturas, costumbres y conocer lugares alucinantes. La mayoría de mis viajes los hice de mochilero y con lo justo. Mi consejo es que si pueden salgan a ver el mundo, que es maravilloso. A mí me costó muchísimo llegar a donde estoy, pero eso es lo que te da Estados Unidos: si te rompés laburando llegás a donde querés”, concluye.
*
Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.