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Siria pasó de la euforia por la caída de Al-Assad a un futuro envuelto en dudas

DAMASCO.– Siete meses después de ...

Siria pasó de la euforia por la caída de Al-Assad a un futuro envuelto en dudas

DAMASCO.– Siete meses después de ...

DAMASCO.– Siete meses después de la caída del régimen de Bashar al-Assad, lejos quedan las escenas de euforia que acompañaron la llegada del año nuevo en muchos pueblos y ciudades de Siria. Aunque hay algunos signos de progreso en el devenir de la transición siria, como el levantamiento de las sanciones por parte de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), otros acontecimientos son de cariz negativo.

En los últimos meses, se han producido dos estallidos de violencia sectaria en las zonas alauitas y drusas –dos ramas del islam chiita– que han confirmado los peores temores de las minorías tras la llegada al poder de un grupo islamista radical. El futuro de Siria permanece envuelto en dudas, lo que da pie a una amplia gama de expectativas y preocupaciones diferentes entre analistas y ciudadanos.

“La transición completó algunos hitos importantes, pero continúa habiendo una situación frágil con muchos riesgos. Pero yo soy optimista respecto del futuro. Creo que solemos dar dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás”, comenta Ammar Kahf, director del think tank Omrant Strategic Studies, basado en Damasco.

Kahf sostiene que, de momento, se ha evitado el mayor peligro para Siria, su división territorial, habida cuenta de la inestable coalición de milicias islamistas que tomó el poder en Damasco. El grupo armado conocido como Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), cuyo líder es el actual presidente del país, Ahmed al-Sharaa, es el más poderoso de los que operan en el país, pero ni siquiera es capaz de controlar a otras milicias afines.

Fawaz Gerges, profesor de la London School of Economics, en cambio, se sitúa en el segmento más bien pesimista.

“No creo que estemos ante una verdadera transición , sino más bien en un proceso de consolidación de un nuevo régimen en el que una persona, el presidente Ahmed al-Sharaa, está concentrando todo el poder en sus manos. Igual que lo hizo antes Bashar al-Assad. Si lo logra, será presidente vitalicio”, considera Gerges, que sitúa al emirato de Qatar, con su desenfrenado consumismo y falta de libertades políticas, como el modelo que aspira a replicar el nuevo líder.

Los recelos de Gerges son compartidos por la tradicional clase política opositora al régimen de Al-Assad, que se vio desplazada por el ascenso de las milicias rebeldes después de 14 años de una brutal guerra civil. “Al-Sharaa ha excluido a los partidos políticos de la transición. El gobierno interino, sobre todo en sus puestos claves, está monopolizado por el HTS”, explica un dirigente de uno de los más viejos partidos políticos sirios, que prefiere guardar su anonimato.

Durante las próximas semanas se dará a conocer la identidad de los miembros del nuevo Parlamento que deberá redactar la Constitución. La composición del Legislativo, y sobre todo hasta qué punto represente la pluralidad de la sociedad siria, dará nuevas pistas sobre el futuro del país.

Múltiples crisis

Sin embargo, Kahf apunta que esta cuestión preocupa sobre todo a los analistas más que al ciudadano sirio de a pie. “La prioridad de la gente ahora no es la política, sino la situación económica, la mejora de los servicios”, asevera el director de Omran. A pesar del levantamiento de las sanciones occidentales hace tres meses, de momento su efecto no se ha dejado sentir entre la población. El sector bancario tiene un problema de liquidez y el gobierno ha situado en 50 dólares la cifra máxima que cada ciudadano puede retirar de su banco por semana. La cantidad es irrisoria si se tiene en cuenta que el alquiler de un departamento en la capital oscila entre los 100 y los 150 dólares,

“Hoy he ido a cinco bancos diferentes y ninguno me pudo dar ni un centavo. Ni tan siquiera se cumple la norma de los 50 dólares”, se queja Emile, un empresario que cada mes afronta serios problemas para poder pagar los sueldos de sus empleados.

La otra gran carencia que padecen los sirios, y que no ha mejorado con el paso de los meses, es la falta de electricidad. El Estado proporciona solo unas cuatro horas al día de corriente eléctrica, un problema que la clase media subsana con generadores o placas solares.

Mientras muchos sirios se sienten decepcionados porque no se nota el efecto del levantamiento del estricto régimen de sanciones aplicado por Occidente, el economista Munaf Kuman advierte que hay otros elementos necesarios. “Para que la economía crezca se necesita inversión, y eso requiere que se den una serie de condiciones que ahora no existen, como un cuadro regulatorio claro y sobre todo un marco en el que se respeten los derechos de propiedad”, asevera Kuman.

En algunas zonas, la preocupación por la economía es compartida con la falta de seguridad, sobre todo en las zonas habitadas por las minorías alauitas y drusas.

En marzo, después de múltiples ataques contra las fuerzas de seguridad por parte de una milicia pro-Assad en la región costera de mayoría alauita, las milicias islamistas se cobraron una brutal venganza que se saldó con la muerte de 1700 personas, principalmente civiles alauitas, la minoría a la que pertenecen los Al-Assad. Dos meses después, nuevos choques dejaron decenas de muertos, esta vez en una región de mayoría drusa.

“Los alauitas vivimos en una cárcel al aire libre. Desde los hechos de marzo, la gente vive aterrorizada. Las milicias han cometido todo tipo de abusos contra gente por el solo hecho de ser alauitas”, comenta un activista social de Latakia. El presidente Al-Sharaa encargó a un comité investigar las masacres del mes de marzo, pero en Latakia nadie espera que se castigue a los culpables. “Se ha roto la confianza entre los alauitas y el gobierno”, apostilla.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/siria-paso-de-la-euforia-por-la-caida-de-al-assad-a-un-futuro-envuelto-en-dudas-nid05072025/

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