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Temor, desconcierto y la creación de “una red”: así se vivió en el colegio la desaparición de los hermanos rusos en Pilar

Tras más de 30 horas de angustia, los adolescentes rusos adoptados por una familia de Pilar fueron hallados por la policía en una vivienda en ruinas, escondida entre los pastizales del barrio San...

Temor, desconcierto y la creación de “una red”: así se vivió en el colegio la desaparición de los hermanos rusos en Pilar

Tras más de 30 horas de angustia, los adolescentes rusos adoptados por una familia de Pilar fueron hallados por la policía en una vivienda en ruinas, escondida entre los pastizales del barrio San...

Tras más de 30 horas de angustia, los adolescentes rusos adoptados por una familia de Pilar fueron hallados por la policía en una vivienda en ruinas, escondida entre los pastizales del barrio Santa Silvina. La comunicad educativa vivió de cerca el proceso y hasta formó una red para ayudar con la búsqueda.

Los chicos, de 13 y 15 años, no llegaron al Instituto Atlético Pilar ayer a la mañana. Tampoco tenían teléfono, dinero ni tarjeta SUBE. Su desaparición había activado una búsqueda contrarreloj liderada por la fiscalía especializada en delitos conexos y trata de personas de Pilar, a cargo del fiscal Gonzalo Acosta, con apoyo del juez Nicolás Ceballos. El caso, caratulado como Averiguación de Paradero, movilizó no solo a las fuerzas de seguridad, sino también a toda la comunidad educativa.

“Mis hijos no caminan por la calle Guido a esa hora”, advirtió un vecino a LA NACION al enterarse de la zona en la que habían sido vistos por última vez. Las autoridades del colegio también quedaron en shock: “No suelen ratearse, no tienen ausentes, son chicos normales y sin problemas de conducta. Amorosos y sanos”, dijo el responsable legal de la institución a LA NACION.

Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del barrio resultaron clave para reconstruir el camino que hicieron los menores, quienes finalmente fueron hallados esta tarde dentro de una vivienda abandonada en medio de un descampado.

Desde la escuela, al enterarse de la desaparición, habían activado el protocolo: avisaron al inspector, verificaron las cámaras de ingreso y al confirmar que no habían llegado al establecimiento, hicieron la denuncia correspondiente. “Formamos una red junto a la familia y el oficial interviniente”, contó la directora a LA NACION.

La presión también llegó desde los padres. “Íbamos a marchar con los chicos a la plaza y a la municipalidad. Si hacemos ruido, se mueven más”, relató Ana, una madre. “El colegio conoce a cada alumno. Acá se sabe quién es quién. Es una buena familia”, agregó Laura. “No es una zona liberada, pero sí con inseguridad. Aun así, hay presencia policial”, completó Daniel.

Gracias al operativo de rastrillaje en las inmediaciones del colegio y en zonas aledañas al domicilio familiar, finalmente los encontraron: solos y en una casa abandonada. Ahora, las autoridades buscan entender qué los llevó hasta allí.

La desaparición y la búsqueda

Según consta en el parte policial al que accedió este medio, la denuncia fue radicada el 7 de julio por Sebastián Nervi, padre adoptivo de los jóvenes, en la Superintendencia de Seguridad Amba Norte II Destacamento Agustoni. El hombre relató que el último contacto con los chicos fue ese mismo día antes de que salieran caminando – como lo hacían todos los días- rumbo al colegio.

Además, en la comisaría manifestó que estuvieron en penitencia el fin de semana luego de que los menores molestaran a una vecina del barrio dándole vueltas en bicicleta. Nervi les llamó la atención, y desde entonces, aseguró, los chicos se habrían mostrado ofuscados.

El lunes 7, como cada día, los adolescentes salieron a las 6:03 de la mañana rumbo al Instituto Atlético Pilar. Vestían el uniforme escolar: campera y pantalón gris, zapatillas negras y llevaban mochilas.

El último registro de ellos fue captado por una cámara de seguridad que los muestra caminando por la calle Guido a las 6.18 am. Los que frecuentan el barrio lo describen como una calle oscura, complicada y rodeada de pastizales.

A las 15:55 de ayer, Nervi advirtió que los chicos no habían regresado a casa. Al comunicarse con el colegio a las 16.26, descubrió que ninguno de los dos había asistido a clases. Tampoco tenían teléfono celular, tarjeta SUBE ni dinero en efectivo, lo cual incrementó aún más la desesperación de quienes los buscaban. No tenían cómo comunicarse, cómo trasladarse ni a dónde ir. Estaban completamente solos, sin recursos básicos para subsistir por su cuenta, en medio de un entorno que no les ofrecía resguardo.

“Cuando nos llamó el padre le comunicamos que tampoco habían asistido al colegio. Ellos no suelen ratearse. No tienen ausentes. No son conflictivos. Son chicos normales y sin problemas de conductas. Son tranquilos. Cero drogas. Cero patoteros. Cero agrandados. Tienen amigos y se llevan bien con los docentes. Nunca estuvimos notificados de que sufrieran problemas familiares. Los padres siempre se mostraron presentes. Me asusta que anden dos chicos así en la calle”, había expresado el responsable legal de la institución a LA NACION antes de la aparición de los menores.

“Activamos todos los protocolos. Primero le informé la situación al inspector que supervisa la institución. Después rastreamos las cámaras y ahí confirmamos que nunca habían venido. Inmediatamente elevamos la denuncia a justiciachicos@gob.ar. El último paso fue armar una red de institución con la familia y el oficial interviniente en el caso”, había detallado la directora del colegio a LA NACION antes de la aparición.

En este contexto, intervino la Unidad Fiscal Especializada en Delitos Conexos y Trata de Personas de Pilar, a cargo del fiscal Gonzalo Acosta, junto al Juzgado de Garantías N°6 de Pilar, a cargo del juez Nicolás Ceballos. Ambos ordenaron de manera urgente activar el protocolo de búsqueda para dar con la ubicación de los adolescentes.

“Íbamos a ir a manifestarnos con todos los padres y alumnos a la plaza de Pilar y a la municipalidad. En primera instancia demoraron en recibir la denuncia, pero finalmente la tomaron. La chica del centro de monitoreo me dijo que estaban intentando rastrear todas las cámaras, pero el proceso es lento. Ninguno tenía actas en el colegio por problemas de conducta. Hay problemas de inseguridad, pero también presencia policial constante”, coincidieron Ana, Laura y Daniel, - padres del colegio - en diálogo con LA NACION cuando aún no habían aparecido los hermanos que fueron adoptados hace nueve años.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/temor-desconcierto-y-la-creacion-de-una-red-asi-se-vivio-en-el-colegio-la-desaparicion-de-los-nid08072025/

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