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Tesoro patagónico: los increíbles pozones en un sendero poco conocido de una comunidad mapuche

El camino comienza donde se termina la señal del celular. Un cartel sencillo, pintado a mano sobre una madera a la vera de la Ruta Provincial 23, indica el desvío hacia Carri Lil, a unos 30 kiló...

Tesoro patagónico: los increíbles pozones en un sendero poco conocido de una comunidad mapuche

El camino comienza donde se termina la señal del celular. Un cartel sencillo, pintado a mano sobre una madera a la vera de la Ruta Provincial 23, indica el desvío hacia Carri Lil, a unos 30 kiló...

El camino comienza donde se termina la señal del celular. Un cartel sencillo, pintado a mano sobre una madera a la vera de la Ruta Provincial 23, indica el desvío hacia Carri Lil, a unos 30 kilómetros de Aluminé, en el noroeste de Neuquén. Desde allí, una huella de ripio se abre paso entre los cerros hasta llegar al punto de inicio del sendero, donde hay un caserío. Lo que sigue es una caminata inmersiva en un territorio vivo, que guarda el rumor de las cascadas y el murmullo del mapudungun.

Carri Lil —que significa “arroyo de piedras verdes” en mapuche— es un rincón escondido en el paisaje andino-patagónico que combina belleza escénica, mezcla entre estepa y bosque, con un legado ancestral profundamente arraigado. El sendero, de baja dificultad y aproximadamente dos horas de duración, serpentea entre lengas y coihues, mientras el agua del arroyo Carri Lil corre al costado, clara y persistente.

Lo notable del lugar es su atractivo natural —las cascadas, los pozones profundos, las piedras teñidas por el cobre— pero también la historia que lo sostiene. La comunidad mapuche Aigo, que habita estas tierras desde hace generaciones, es la que desde hace cinco años impulsa el desarrollo de este sendero con un enfoque de turismo comunitario y educativo. “Queremos mostrar nuestro lugar, nuestras plantas, nuestras palabras, pero con respeto”, explican los guías, que se capacitaron para poder transmitir no solo los datos del paisaje, sino el alma del territorio.

Una caminata con alma

Julián camina adelante, sereno y atento, con la compañía inseparable de sus perros. Nació acá –de alguna forma, este es el “patio” de su casa–, se crió entre estos árboles, y aunque sueña con estudiar Turismo en la ciudad, quiere quedarse. “Para crecer con mi comunidad”, dice. Tiene poco más de veinte años, y una calidez que enseguida brota espontáneamente.

Es uno de los ocho jóvenes que hoy conducen a los visitantes por el circuito, en turnos organizados por la comunidad. Son ellos quienes explican que la piedra que abunda en el camino tiene vetas de cobre —por eso el tono— y que el pozón más hondo alcanza los cinco metros. También hablan de las plantas medicinales: el neneo para el dolor de muela, el michai para hacer dulces o bebidas, la barba verde que cuelga como un velo de los árboles antiguos. Nada es solo paisaje: todo tiene un uso, una historia, una palabra que lo nombra.

“Entre nosotros hablamos en mapuche, en la familia. Pero se está perdiendo”, se lamenta Julián mientras señala un arbusto. El dato se desliza con una mezcla de nostalgia y urgencia. Por eso el sendero es también una forma de resistencia. De mantener viva una lengua, una mirada sobre el mundo, una relación con la naturaleza que no separa sino que integra.

Cascadas, pozones y un silencio que abraza

El sendero se estructura en tres etapas, cada una marcada por un pozón que el arroyo esculpió con paciencia. El primero, el más grande y profundo, invita a detenerse. En verano, es una tentación para el baño. El segundo y el tercero son más pequeños, con remansos de agua clara rodeados de vegetación espesa. En época de lluvias, el agua crece y forma pequeñas cascadas que caen desde las piedras como un canto grave y continuo. En todo el recorrido, se escucha el agua como una presencia constante.

Una experiencia que se expande

El sendero Carri Lil forma parte de una red de experiencias impulsadas por comunidades mapuche del corredor Pehuenia-Aluminé. En los últimos años, con apoyo del gobierno provincial y de programas de desarrollo sostenible, se avanzó en la señalización, capacitación de guías, senderos accesibles y cartelería interpretativa. Pero nada reemplaza la presencia de quienes conocen el lugar desde siempre.

Al llegar al final del recorrido, muchos visitantes se sientan junto al agua, en ronda debajo de un gran árbol, a tomar mate. Otros preguntan por la posibilidad de comprar alguna hierba, dulce casero o tejidos de la comunidad. Algunos se quedan en silencio, como si algo se hubiera acomodado en lo profundo.

Datos útiles

Carri Lil. El sendero está habilitado todo el año, pero se recomienda especialmente en primavera, verano y comienzos de otoño. La comunidad organiza las visitas con reserva previa y acompaña en todo momento. Es un paseo apto para todas las edades, y se sugiere llevar ropa cómoda, agua y protector solar. Más info en la web de Aluminé.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/tesoro-patagonico-los-increibles-pozones-en-un-sendero-poco-conocido-de-una-comunidad-mapuche-nid16062025/

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