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Un viaje de cuento por Costa Rica: el paraíso salvaje para aventureros sofisticados

Una caminata por el campo, una brazada en el mar o sentarse frente a un fuego son formas de saborear los ingredientes básicos de la vida. Pero al cerrar los ojos en medio de un bosque tropical, se...

Un viaje de cuento por Costa Rica: el paraíso salvaje para aventureros sofisticados

Una caminata por el campo, una brazada en el mar o sentarse frente a un fuego son formas de saborear los ingredientes básicos de la vida. Pero al cerrar los ojos en medio de un bosque tropical, se...

Una caminata por el campo, una brazada en el mar o sentarse frente a un fuego son formas de saborear los ingredientes básicos de la vida. Pero al cerrar los ojos en medio de un bosque tropical, se siente el poder brutal de la naturaleza. Unos segundos alcanzan para revivir la zozobra de Hansel y Gretel, Pulgarcito o cualquier relato infantil. Cientos de sonidos se presentan detrás de ese entramado verde, frondoso e indescifrable.

A la serpiente que está a unos 20 centímetros de mi cara se la llama Bocaracá. Su veneno tiene la capacidad de quemar tejidos y hasta provocar amputaciones. El zumbido agudo de las chicharras incrementa la tensión de la escena. Cómo podría ese instante transformarse en una de las experiencias más placenteras de mi vida. Se necesitan dos palabras: Costa Rica.

Las vistas de Costa Rica desde el aire y con un bosque tropical

Este porteño indolente se esforzará, de acá en adelante, por llenar de épica a esta anécdota. Para eso deberá olvidar que un guía turístico condujo el acercamiento y que la víbora tenía apenas 15 centímetros de largo y un mínimo poder de daño (que desarrollará con los años).

Esta aventura es una de las tantas que ofrece este bellísimo país de Centroamérica, que en lugar de domesticar al medio ambiente, adecuó su cultura e infraestructura a los bosques, ríos y más de 100 volcanes. Sobre esta plataforma verde, se suma un nivel de inversión extranjera que duplica al promedio de América Latina, un sostenido crecimiento del PBI (7° en la región) y un altísimo índice de desarrollo humano (9°). Todos estos números se insinúan desde el avión, pero adquieren otro significado al recorrer sus carreteras atiborradas de mangos, guayabas y plátanos, para quien tenga ganas de detenerse en la banquina.

La sofisticación salvaje de Costa Rica presenta su expresión más acabada en el turismo. El hotel Marriott Hacienda Belén, por ejemplo, prepara su propio café a la vista del huésped. En el sentido más literal y completo. Desde las habitaciones se pueden ver los arbustos con sus granos, que serán cosechados ahí mismo. Luego se hará la magia que se sirve en cada taza, y que tanto llena de orgullo al anfitrión. Mientras esto sucede, a unos 100 metros, un golfista deja su sello en los cultivos con un golpe para el olvido.

La propiedad ofrece todas las comodidades para mitigar el estrés del viajero: desde un completísimo spa hasta piletas de agua templada y natural, jacuzzis al aire libre, canchas de tenis, gimnasio de elite y una variedad de restaurantes que permiten recorrer el mundo sin sacarse las ojotas. “Es perfecto para quienes buscan conectar con la historia y cultura de Costa Rica a través de las actividades que se ofrecen en nuestra hacienda cafetalera”, explica Sarinés Oliva, directora de Mercadeo del hotel.

Este interminable refugio tiene apenas 28 años, pero recrea el alma de las viejas plantaciones de cacao y café. A las tejas traídas de España y las baldosas pintadas a mano, se le suma una prolífera colección de obras de arte y objetos de tiempos más sensibles: esculturas, jarrones, murales y hasta una imponente puerta de 200 años de antigüedad, que se transformó en mesa. Allí se sentaron personalidades como Barack Obama, Bill Clinton y, a partir de ahora, este valiente viajero que se midió frente a frente con una víbora bebé.

La cafetería más linda del mundo

Según el relato de los propios costarricenses, la ingesta de café se inicia apenas terminado el parto. “Si sus ojos no son marrones es porque no lo ha bebido lo suficiente”, dicen jactándose. Esta bebida no es endógena del país, pero cuando los españoles trajeron las primeras semillas, se convirtió en su principal actividad económica.

Una vez que países tropicales con mayor extensión se sumaron a la producción y le restaron mercados, Costa Rica se abocó a producir calidad en lugar de cantidad, gracias a sus cultivos a más de mil metros de altura. La variedad arábica le valió un reconocimiento internacional.

Un tour de 35 dólares por la Hacienda Alsacia de Starbucks permite conocer a fondo los secretos del café, pero sobre todo ordenar una taza en una cafetería amable que abre a un paisaje impresionante. El lugar tiene la atmósfera de las cervecerías del sur argentino: construcciones nobles de madera y hierro acomodadas frente a una postal que emociona hasta las lágrimas.

La especialidad de Costa Rica: la cafetería El secreto del Pura Vida de Costa Rica

La baja emisión de carbono en la producción de café es otro de los pilares de su altísima valoración mundial. La sostenibilidad se extiende a casi todos los procesos de Costa Rica, que tiene “el 25% de su tierra protegida en parques nacionales y es hogar del 6% de la biodiversidad de nuestro planeta. Esto le asegura al visitante la experiencia mágica de cruzarse con gran variedad de animales en su hábitat salvaje”, se ilumina con su relato Sarinés.

A poco más de una hora del aeropuerto, los senderos del parque Braulio Carrillo ofrecen (a partir de los 32 dólares) una experiencia inmersiva en la naturaleza que se impregnará para siempre en el visitante. Las aventuras de Tom Sawyer se suceden una tras otra. Allí se verán distintas especies de serpientes (¡con sus cambios de piel!), sapos de todos los colores, murciélagos, osos perezosos e inverosímiles mariposas que viven hasta cuatro meses (chequeado).

Este recorrido se puede hacer a pie o en un teleférico que pasa a través de palmeras caminantes, plantas en espiral, guarumos e infinitos tipos de hojas. Y si se quiere agregar otra dosis de adrenalina, se puede sobrevolar todo este bosque en los tres kilómetros de tirolesa, donde los pies rozan las copas de los árboles.

Entre la maleza y la humedad, emerge el “pura vida” costarricense en su acepción más silvestre. Un país que hizo del cuidado del medio ambiente una razón para existir, un punto de partida y de llegada. Pero esta expresión, que repiten los ticos como un mantra, va más allá de regar las plantas. Es una filosofía esencial y de convivencia, que se palpa en el trato personal. Además, se integra con la manera de pensar y planificar la infraestructura: el 99% de energía renovable y agua potable en todas las canillas (como recuerda en cada grifo el hotel Marriott). “Balancear el turismo de aventura con la responsabilidad ambiental”, lo define Sarinés y luego se enorgullece en enumerar los esfuerzos del hotel, como la “eliminación de plástico de un solo uso, reciclaje o la microred eléctrica”.

La sustentabilidad sedujo al mundo corporativo. Más de 450 multinacionales de primera línea tienen operaciones reales aquí, para producir chips o medicamentos.

"Buena vida" - las mejores vistas de Costa RicaLa calma del Caribe, la majestuosidad del Pacífico

El aeropuerto de San José de Costa Rica es el punto nodal que une al Caribe con el Pacífico. La distribución de la oferta hotelera está regida por los suelos. La acumulación de agua en el este obliga a construcciones más livianas. Aquí se encontrarán los hostales boutique, bungalows y las casas de alquiler. En el Pacífico, en cambio, las grandes cadenas desplegarán imponentes desarrollos inmobiliarios llenos de lujo, pero también naturaleza y serenidad.

La siguiente parada nos lleva hacia el oeste. En menos de dos horas estaremos arropados por las olas y las playas de arena volcánica. A los costados de la autopista, se despliega un amplísimo mercado de frutas: mango, papaya, melón, sandía, manzana y más alimentos de gran porte. Pero el aguacate tiene un tamaño absurdo, casi como una sandía pequeña. Es más amarillo y cada pieza puede pesar más de un kilo.

El camino sigue zigzagueante entre colinas colmadas de vegetación. Ceibos, guanacastes, más palmeras y arbustos forman una suerte de túnel verde que se impone en el camino.

Los Sueños Marriott Hotel es una joya escondida entre los cerros tropicales y la bahía Herradura. Al llegar se erige un edificio de estilo colonial con 201 habitaciones, seis restaurantes, gimnasio y un spa completo. Pero lo que realmente se destaca es la red de piscinas que forman un delirante laberinto de canales, cruzados por puentes peatonales y fuentes. Como si Willy Wonka se hubiese obsesionado con el agua en lugar del chocolate. Claro que en Costa Rica hubiera podido disfrutar de ambos.

Pero si esa Venecia en miniatura no ofrece la emoción suficiente, a unos cien metros se puede nadar en un mar tibio, hacer paddleboard o montar las enérgicas olas, como si Poseidón fuese el dios de los mares y los parques de diversiones.

Un dato que llama la atención es que en temporada baja, el hotel tiene un 90% de ocupación. El otro, que no se percibe la gran cantidad de huéspedes. “El secreto es una combinación de diseño inteligente con una operación eficiente”, explica María Florencia Arenza, gerente de Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort. La larguísima edificación permite “separar las zonas de alto” y las múltiples actividades “hacen que los huéspedes no estén todos en el hotel al mismo tiempo”.

El campo de golf de 18 hoyos (diseñado por Ted Robinson) se lleva gran parte de la gente. Aquí la naturaleza le hace espacio a la elegancia de este deporte. Desde el mismo tee de salida, se siente la omnipresencia del bosque tropical, los ojos altaneros de las iguanas y la parsimonia de los osos perezosos, que tardan 30 minutos en subir o bajar de un árbol. “El lujo es el vehículo y la experiencia es el destino”, lo define Arenza con precisión de golfista. Los huéspedes del hotel tienen incluido el uso de las canchas, palos, bolas y hasta un carrito eléctrico para moverse por el sector.

El lujo de “un campo de clase mundial se transforma en experiencia cuando se juega rodeado de selva tropical. Espíritu de sociabilidad y sostenibilidad”, agrega la anfitriona.

Y si se trata de movilidad sustentable, el hotel también ofrece sin cargo bicicletas para salir a recorrer la marina y el complejo de condominios privados que se venden a más de un millón de dólares (con el paisaje incluido). En el sitio se estacionan una cantidad de barcos y yates solo comparable con un embotellamiento en la Avenida 9 de julio. De allí salen excursiones de pesca y recreación en todas las direcciones.

La isla Tortuga, por ejemplo, recibe a los visitantes para un día de playas blancas, aguas cristalinas, restaurantes y actividades recreativas como snorkel, kayak, paseos a caballo y senderismo. De regreso al hotel, la naturaleza devela otra carta de su impúdica exuberancia. Desde el catamarán observamos cómo dos ballenas hacen lo suyo para poblar el océano.

El viaje ya se acaba. En la mañana siguiente tendré que hacer unas dos horas de auto para subir al avión que me devolverá a la rutina y meditar si de verdad volé sobre un bosque tropical, enfrenté víboras, nadé con peces multicolores y comí las frutas y pescados más frescos que se puedan saborear. Seguramente lo leí en algún cuento. Pura vida.

Datos útiles de Costa Rica

Cómo llegar. Copa Airlines ofrece varios vuelos diarios desde la Argentina (incluso, sin necesidad de pasar por Buenos Aires). Las playas más cercanas del Pacífico están a menos de dos horas de auto.

Moneda. El colón costarricense es la divisa oficial, pero aceptan dólares y tarjetas en todos los rincones del país.

Medio ambiente. El país tiene un 25% de áreas verdes intactas, energía renovable en el 99% del territorio y agua potable en todos lados.

Clima: la temperatura promedio es de 27 grados. En abril supera los 30 grados, pero para la nochecita la atmósfera es bastante amable.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/turismo/un-viaje-de-cuento-por-costa-rica-el-paraiso-salvaje-para-aventureros-sofisticados-nid02092025/

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