Una casona de 1872 vuelve a la vida como Villa Lola, el nuevo centro cultural de Adrogué
El miércoles 26 abrirá sus puertas Villa Lola, un nuevo centr...
El miércoles 26 abrirá sus puertas Villa Lola, un nuevo centro cultural y librería ubicado en una casona histórica de Adrogué que llevaba más de cinco años cerrada. El edificio, construido en 1872 y declarado Patrimonio Histórico por el municipio, vuelve a ponerse en funcionamiento después de un proceso de restauración integral que buscó recuperar su arquitectura original y adaptarla a un uso cultural contemporáneo.
La propiedad, situada en la calle Intendente González 921 —frente a la plaza San Martín y a metros de la estación del tren— conserva en su fachada el relieve con el nombre “Villa Lola”, presente desde su origen. Formó parte de las primeras quintas del pueblo recién fundado y fue habitada durante generaciones por la familia Rimassa, inmigrantes genoveses que marcaron la historia local. Su última moradora fue Teresa Rimassa, anticuaria y decoradora muy querida por los vecinos. Tras su fallecimiento en 2001, el edificio pasó por distintos usos y permaneció cerrado en los últimos años. La casona también fue escenario de filmaciones de clásicos del cine nacional como La casa del ángel y Boquitas pintadas.
El nuevo proyecto, liderado por Alfredo Caputo, exdirector de Paidós y Gedisa, y acompañado por sus hijas María Pía y Guillermina, combina experiencia editorial y una clara vocación cultural. El objetivo, explican, no es solo vender libros, sino crear un espacio donde la lectura, la conversación y la vida cultural tengan un lugar propio. “Villa Lola, más que una construcción con historia, será un emblema del espíritu creativo y cultural que define a Adrogué”, señalan los impulsores.
La restauración demandó meses de trabajo. Se conservaron los pisos originales de pinotea, los techos abovedados y el aljibe del ingreso, además de reforzar las estructuras para soportar el peso de miles de libros. Las tres salas principales de la librería, que suman más de 120 m² cubiertos, fueron diseñadas con estanterías altas, señalética por géneros y colores diferenciados para cada sección. Detrás, un patio interior invita a quedarse a leer, tomar un café o simplemente detener el ritmo del día.
En total, el espacio abarca 786 m², entre áreas cubiertas y patios abiertos que funcionarán también como escenario de actividades culturales. La programación incluirá talleres, charlas, ciclos de arte y debates literarios, además de propuestas para infancias. El catálogo priorizará autores nacionales e internacionales, clásicos y contemporáneos, con una curaduría pensada para acompañar distintos modos de lectura.
Además del aspecto arquitectónico, Caputo señala que la apertura de Villa Lola busca instalar un concepto más amplio que el de una librería tradicional. “No nos interesaba tener simplemente un local donde se vendan libros. Queríamos generar un centro: un espacio de encuentros, de lectura, de reflexión, de comunidad”, afirma. “La idea es que las personas puedan entrar a la librería, pero también a un mundo de integración social. Sentarse a tomar un café, leer, conversar con el librero, jugar una partida de ajedrez, pasar el tiempo. Ese espíritu es lo que nos guió, y esta casa tenía el alma que buscábamos”.
Para Caputo y su equipo, Villa Lola es una manera de mantener viva la tradición editorial argentina en un formato de cercanía, donde la librería se piense como un lugar de diálogo cultural. Con alianzas con editoriales locales e internacionales, el espacio aspira a ser tanto un refugio de lectura como un nuevo punto de encuentro en el sur del conurbano bonaerense.
La inauguración del miércoles reunirá a unas 170 personas: autoridades municipales —incluido el intendente y el presidente del Concejo Deliberante—, referentes del ámbito cultural y editorial, libreros y colegas de la trayectoria profesional de Caputo. El municipio entregará el acta que declara al espacio de interés cultural. El evento incluirá un quinteto de cuerdas y el descubrimiento del mural de siete metros de altura que la artista Florencia Menéndez pintó en la fachada. “Estamos todos tirando del carro hacia una misma dirección. Para la familia, esto tiene un valor enorme”, dice Caputo.
Con la apertura de Villa Lola, la casona histórica vuelve a ocupar un rol cultural en la vida del barrio. El nuevo centro espera consolidarse como un espacio activo y comunitario, donde los libros, las actividades y el intercambio recuperen una tradición que el edificio supo alojar durante décadas.