Uniones de poco amor y demasiada desconfianza
Desconfianza. Ese parece ser casi el único denominador común en el seno de las principales fuerzas políticas cuando quedan solo 48 horas para la inscripción de alianzas que competirán el 7 de ...
Desconfianza. Ese parece ser casi el único denominador común en el seno de las principales fuerzas políticas cuando quedan solo 48 horas para la inscripción de alianzas que competirán el 7 de septiembre próximo en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Unos comicios cruciales que se ofrecen como el gran aperitivo de las legislativas nacionales.
El recelo dominante es el resultado de dos realidades complementarias que operan en este momento. Por un lado, resalta que el proceso de reconfiguración del mapa político iniciado hace dos años con el triunfo nacional de La Libertad Avanza aún no ha concluido. Lo viejo no terminar de morir y lo nuevo todavía no se consolida.
Por otro lado, queda expuesto que el bicoalicionismo forzoso y forzado que se enfrentará en territorio bonaerense es solo producto de la conveniencia y el rechazo a otros antes que fruto del afecto entre las partes con un proyecto de futuro compartido.
El panperonismo de un lado y, por el otro, los libertarios junto al macrismo subsumido llegan al filo de la fecha tope para inscribir las alianzas bonaerenses con enormes dificultades y demasiados cabos sueltos.
Se trata de una carrera contra reloj que en ninguno de los campamentos todavía pueden dar por resuelta y que aún puede deparar sorpresas y dejar algunos heridos por el camino. Antimileísmo y antikirchnerismo son un frágil y provisional imán que sostiene el relativo poder de atracción de cada uno de los polos. Solo el rechazo a la alteridad mantiene la pulsión (más que la vocación) acuerdista.
El preacuerdo alcanzado hace dos días entre cristicamporistas y kicillofistas, con la anuencia del massimo, tiene todavía demasiado por resolver. Ni siquiera el nombre de la alianza pudo ser zanjado. Resulta una obviedad decir, entonces, que no hubo avances sobre asuntos más complicados, como la representación de cada sector y los candidatos que irán en las listas de cada sección electoral y de cada municipio. Todo esto quedará para resolver en los diez días siguientes que restarán hasta la fecha y hora límites para la inscripción de las listas y postulantes.
“Yo creo que, al final, vamos a cerrar, pero va a ser durísimo. Lo del fin de semana fue un preacuerdo sobre la cancha en la que vamos a jugar, pero ahora empieza el partido en serio y va a sobrar pierna fuerte. Todos se guardan un sello de reserva por si a último momento se pudre todo”, dice uno de los cuatro miembros de la tetrarquía peronista que deberá cerrar los detalles para inscribir la alianza.
Si bien es considerado un tema menor, la discusión sobre el nombre de la coalición panperonista ni siquiera está saldada.
La propuesta de Sergio Massa de que se llame “Peronismo” logró el aval del cristicamporismo, que la considera una señal de identidad clara para confrontar con la oferta del oficialismo nacional, al que pretenden exponer como la representación máxima de lo antinacional y antipopular.
Sin embargo, para Axel Kicillof y los suyos no es una buena denominación porque “excluye a muchos que son antimileístas, pero no peronistas. Y, además, huele a viejo”.
Al margen del nombre, de los nombres propios y de los porcentajes de reparto, hay otro factor de complicación que sumó el cristicamporismo: la demanda de que el armado de las listas bonaerenses se haga en simultáneo con el de la nómina de candidatos a diputados nacionales, para la elección que se hará el 26 de octubre. Como si no hubiera ya demasiadas diferencias.
“Lo importante es la elección nacional. Tenemos, como mínimo, que lograr renovar los 15 diputados que entraron en 2021, cuando perdimos con la boleta que encabezó Vicki Tolosa . Por eso hay que cerrarlo todo junto. Lo importante es conservar, como mínimo, la capacidad de ser una oposición efectiva en el Congreso para ponerle límites al Gobierno y nosotros somos los únicos que podemos asegurarlo. Hoy los gobernadores se han empezado a plantar, pero apenas les tiren un poco de guita y algunas obras, se van a volver funcionales a Milei ”, sostiene uno de los voceros del camporismo para justificar la demanda de anticipar discusiones.
La mención a la exministra albertista no es solo una referencia temporal, sino una buena manera de disimular que en esa nómina el cristicamporismo se llevó la mejor parte. Y allí reside uno de los nudos del problema panperonista, ya que ahora las acciones deben distribuirse entre tres (cristicamporistas, kicillofistas y massistas) cuando hace cuatro años se repartieron entre dos espacios y de forma asimétrica.
“Cristina y La Cámpora quieren que se les pague por lo que fueron, pero ya no son. Menos ahora cuando ella ya no puede ser candidata. Estamos ante un cambio de régimen, cosa que ellos no quieren ni pueden a aceptar”, dice un estrecho colaborador del gobernador para explicar el núcleo de las dificultades.
La otra parte de ese razonamiento dice que “mientras tanto, Axel tiene que dar un paso firme para consolidar la imagen de que empezó un camino propio y no por delegación. Por lo tanto, tiene que ponerse al frente de la estrategia y que su espacio sea reconocido en igualdad de condiciones, cosa que no están haciendo”, explica quien es, además, un importante referente territorial del conurbano. No espera horas sencillas.
Máximo y SergioEn ese punto, asoman dos nombres fuertes que son parte de la discusión y las charlas intrasectoriales.
Por un lado, aparece el de Máximo Kirchner para reemplazar a su madre a la cabeza de la lista del bastión de la 3ª sección electoral, aunque él haya dicho que se siente incómodo de suplantar a su “mamá y jefa, porque fue proscripta”.
En el kicillofismo, sin embargo, no descartan que quieran imponerle al vástago. Por eso, ya se empezó a instalar el nombre de otra mujer de ese territorio: la vicegobernadora de Kicillof y exintendenta de La Matanza, Verónica Magario. No parece sencillo. Por eso, como prenda de unidad algunos intendentes empiezan a barajar la carta del intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, que estuvo al frente de esa boleta en 2021.
El otro nombre propio en danza para apurar el cierre nacional es el de Sergio Massa, a quien algunos referentes tanto cristicamporistas como intendentes del kicillofismo soft fueron a sondear con la intención de que encabece en octubre la lista de candidatos a diputados por la provincia.
El exministro de Economía, que nunca abandona el sueño de volver a ser candidato a Presidente y siempre evita revelar su juego hasta último momento, eludió las definiciones, sin dejar de transferir culpas y responsabilidades en los dos sectores que lo estaban tanteando. Nunca es fácil negociar con Massa y menos bajarle el precio.
“Primero ayuden a cerrar la unidad en la provincia y después hablamos de octubre, Yo no elegí que haya elecciones desdobladas. Ahora hay que ordenarlo. Después de eso hablamos”, les dijo el tigrense a las dos delegaciones, sin cerrar ninguna puerta. Mientras tanto otea el horizonte para ver si tiene plafón para algo más que verse obligado a jugar un partido demasiado difícil en octubre. En el peronismo consideran elevada la probabilidad de una derrota y él ya tiene demasiadas sobre su espalda.
El pasado sigue pesando en la sociedad, aunque el presente no se presente luminoso, inclusive para sectores históricamente votantes del peronismo, que en 2023 le dieron su voto a Milei. La perspectiva de que la tendencia abstencionista se ratifique en el territorio bonaerense cobra cada vez más entidad.
“No hay clima de rebelión. En realidad, abajo hay más bajón, tristeza y desilusión, que bronca. Eso se ha profundizado en el último mes. Encima ni siquiera hay fútbol. Y, en este contexto, los cristinistas quieren que la campaña tenga por eje ‘Cristina libre’. Es demasiado ”, señala un aliado de Kicillof, que controla un territorio complicado del gran Buenos Aires.
El pasado que se empeña en seguir presente, las disputas por preservar lugares de poder y la dificultad para estructurar una narrativa común de campaña complican más las conversaciones y profundizan la desconfianza en el universo panperonista. Ni siquiera el borgeano espanto es suficiente aglutinante para evitar que las discusiones sigan abiertas mientras el tiempo se agota. Los capítulos finales de esta serie serán de mucho suspenso.
El affaire libertario-macristaNada demasiado distinto, aunque por razones diferentes, es lo que ocurre en el lado antikirchnerista, cuya oferta ya es un hecho que estará teñida de violeta furioso, con la incorporación de algunos amarillos bien desteñidos y, sobre todo, desalineados del padre fundador del Pro. Mauricio Macri rumia sus pesares entre deseos de venganza y compromisos asumidos que lo obligan a colaborar con el mileísmo. Pocas veces estuvo tan incómodo desde que ingresó en la política.
“Estamos a nada de un cierre de frentes y en otros años electorales a esta altura ya teníamos claras las reglas internas y, más o menos, como se iban a acordar las listas. Hasta ahora no tenemos claro como es el acuerdo macro. O mejor dicho, si va a concretarse lo que está hablado. Y no es desconfianza en Cristian Ritondo (el interlocutor delegado), Pero La Libertad Avanza no se maneja con los mismos códigos”, explica un importante jefe comunal macrista. Se ubica entre los que miran con absoluta desconfianza las discusiones y que no descarta, como al menos otros tres pares suyos, descolgarse del armado provincial y nacional para presentar listas en soledad en su distrito.
“El Pro de Ritondo seguramente va a recalar en LLA. Y digo Pro de Ritondo porque los que no son de él van a tener poco lugar, sobre todo lo que no gobiernan municipios. En mi caso, estamos esperando a ver lo que sucede y si no podemos hacer un arreglo que respete lo que tenemos iremos separado. No sé si eso se va a resolver antes del miércoles”, explica uno de esos jefes comunales que teme un desembarco de okupas libertarios.
El problema para algunos de esos intendentes es que en sus distritos los concejales libertarios son experonistas reconvertidos en mileístas, que han votado más con el peronismo que con el oficialismo cambiemita local y ahora podrían ampliar una representación muy poco confiable, en condiciones de complicar la gobernabilidad.
Por eso, el armado localista que iniciaron los hermanos Passaglia, en su bastión nicoleño, empieza a ser objeto de interés y deseo para otros colegas macristas y también radicales, que ven en ese armado una tercera opción no solo para esta elección sino para una construcción de cara a 2027.
Si bien todo parece indicar que en río revuelto, todo será ganancia de los pescadores mileístas, la voracidad, la precariedad, la escasa confiabilidad y cierto amateurismo de los armadores del oficialismo nacional podrían hacer que su emprendimiento les ofrezca una renta de corto plazo y rendimiento moderado.
También en el universo antikirchnerista sobra la desconfianza y escasea el afecto societario sincero. Serán horas y días decisivos. No solo para las próximas elecciones de septiembre y octubre. La incertidumbre es un recurso inextinguible en la Argentina.