Visión en tiempos de crisis
Es inusual escuchar, en medio de una gran crisis política, económica y militar, la voz templada de un dirigente político analizando con clara lógica la difícil situación que se atravi...
Es inusual escuchar, en medio de una gran crisis política, económica y militar, la voz templada de un dirigente político analizando con clara lógica la difícil situación que se atraviesa. En un escenario global, donde en las clases políticas el razonamiento y la prudencia ceden ante sentimientos, actitudes extremas y golpes de efecto, el reciente discurso del exprimer ministro italiano Mario Draghi (2021-2022) es un valioso ejemplo.
Describe a Europa como un mero espectador en el nivel global. Dice que la Unión Europea (UE) creía que con 450 millones de consumidores, su peso económico traía consigo poder geopolítico e influencia en lo comercial. Pero que “este año quedará grabado en nuestras memorias como el año en que esta ilusión fue destrozada”. Así, la UE se resignó ante las tarifas impuestas por su antiguo aliado —EE.UU.—, que también presionó para incrementar su gasto militar, pero de manera que no reflejan sus intereses. Y a pesar de hacer las mayores contribuciones financieras a Ucrania y tener el mayor interés en una paz justa, la UE tiene un rol marginal en las negociaciones de paz.
Afirma que China no considera a la UE como un socio igual. China apoya a Rusia en en Ucrania. A su vez desarrolla su capacidad industrial, que la llevará a volcar sus excesos de producción en la UE, por las tarifas a sus exportaciones a EE.UU. Además, Beijing hizo valer su control sobre las tierras raras para resaltar la dependencia de la UE.
Draghi dice que hay un gran escepticismo hacia la EU, pero no a causa de los valores que defiende, sino por su capacidad de defenderlos. Afirma que la EU fue exitosa en resolver el problema de su tiempo: la tendencia de Europa a hundirse en conflictos militares. Pretender que se estaría mejor sin la UE es un absurdo. La UE prosperó en un tiempo de fe en el libre comercio y en las reglas multilaterales, creó un mercado único y jugó un rol central en la OMC. Pero ese mundo no existe más.
Para él, la UE no está preparada para un mundo donde la geopolítica, la seguridad y la estabilidad de los suministros dictan las relaciones comerciales. Reconociendo que el poder económico es necesario pero no suficiente para tener poder geopolítico, y para ser un actor principal, la UE debe cambiar su organización política y hacer reformas económicas. Debe sacar ventaja de su gran mercado eliminando barreras internas —que afectan hasta sus proyectos de defensa— para lograr aumentos de productividad de un 7% en 7 años. Y no puede quedar fuera de la carrera por las tecnologías críticas si quiere mantener su prosperidad y soberanía. Pero como lo demuestran los semiconductores, las fábricas productoras requieren grandes inversiones.
Así, como exbanquero central europeo, Draghi diferencia entre la deuda mala —que financia gastos corrientes y es un peso para generaciones futuras—, y la deuda buena —que financia prioridades estratégicas y aumentos en productividad—. Según él, en ciertos sectores la deuda buena a nivel nacional no logra la escala necesaria. Sugiere que sólo alguna forma de deuda común puede financiar proyectos europeos de gran escala en defensa, energía y tecnologías disruptivas.
Finalmente, dice que el mundo no mira a la EU en forma amable, y no da consideración al paso lento de sus rituales para imponer su peso sobre ella. Esto demanda una radical transformación de objetivos, plazos, y maneras de trabajar. Así, concluye que hay que transformar el escepticismo en acción para cambiar la trayectoria de Europa.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/vision-en-tiempos-de-crisis-nid02092025/