Isaac
Isaac tiene 5 años y antes de ir a la escuela, cuando sus padres ya han comenzado con las tareas en esta granja de Sunbury, Ohio, saluda a Rusty, el caballo de la familia, apoyando su mejilla en l...
Isaac tiene 5 años y antes de ir a la escuela, cuando sus padres ya han comenzado con las tareas en esta granja de Sunbury, Ohio, saluda a Rusty, el caballo de la familia, apoyando su mejilla en la frente del animal. Sunbury está a 800 kilómetros de Manhattan y a 500 de Washington DC, y aquí, donde el tiempo fluye a otro ritmo, un chico puede aprender tempranamente (es decir, para siempre) la conexión con los otros seres vivos con los que compartimos el planeta, así como las rudas lecciones que la naturaleza nos imparte con su ciega e invencible voluntad por prevalecer. En el rostro de Isaac se reflejan una ternura, una confianza y un paz que sabemos que no durarán para siempre, pero en su expresión hay también algo de eternidad. Esa eternidad, ahora que él es frágil y pequeño, le concederá en su adultez una fortaleza serena y a lo mejor un poco de compasión frente a los débiles.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/isaac-nid05122024/